Mi camita 2: ya no me hago pipí.
Edades: este cuento puede ser utilizado entre los 3 y los 7-8 años aproximadamente.
Cada vez son más los especialistas que indican que es muy importante tratar el tema de la enuresis, hablar acerca de ello.
En España siempre ha sido un tema tabú. Venimos de una educación represiva donde a los niños que se orinaban por la noche en la cama muchas veces se los culpaba, se los estigmatizaba.
Incluso se los castigaba de múltiples formas. Eso normalmente causaba que los niños tuvieran mucho miedo, lo cual llevaba a que no durmieran, a que tuvieran miedo a dormirse y a orinarse. E iban a la escuela realmente agotados.
Nunca tratar la enuresis como un tabú
Ahora se sabe, como sucede con otros traumas, que hablar sobre la orina con nuestro hijo ayuda a aceptar, a desestigmatizar, y, finalmente, a superar.
Por eso vamos al psicólogo, para poder superar nuestros problemas. La enuresis es un problema físico, pero que en muchas ocasiones, ojo, no en todas, tiene un origen psicológico. Y merece la pena explorar la posibilidad de que, mediante la palabra, nuestro hijo o hija pueda mejorar.
Con los niños pequeños, no se trata solo de hablar, a la manera como habla un adulto, sino que es esencial entrar en su mundo, y eso puede hacerse gracias al humor. Pero no mediante un humor para reírse de ellos, sino todo lo contrario, se trata de entender que en la vida los problemas no deben ser tomados a la tremenda, que hay que relativizarlos, para poder asumirlos y superarlos.
Es mejor, antes de usar aparatos invasivos, máquinas, pañales, alarmas, etc., intentarlo mediante la palabra.
Y ese es el objetivo de este libro:
Mi camita 2: Ya no me hago pipí, trata precisamente de eso, de que el niño vea, entienda, sienta, justo al acostarse, que no está solo, que esto les sucede a otros muchos niños, sintiéndose identificado con las situaciones que aparecen en el cuento, e incluso riéndose, pues muchas están exageradas, precisamente para que nuestro hijo sea consciente de que lo que a él le ocurre no es más que los que les puede pasar a otros niños.
Recuerda siempre que tu hijo no tiene la culpa, que no es algo que dependa de él, o que haga por propia voluntad. Y que el miedo o la represión habitualmente lo único que consiguen es agravarlo.
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